Es claro el planteamiento o postura axiológica de Garza Cuellar al decirnos en la p. 41, la manera en que va tratar el tema axiológico: “La intención básica de este trabajo es presentar a los valores como una realidad objetiva”, en este contexto se suscriba el curso de sus investigaciones, en esa página y la siguiente elucida, y esgrime sus argumentos, y nos dice porque esta realidad axiológica porque no puede ser subjetiva (pp. 41 – 42), pero en el siguiente parágrafo nos define su concepto de valor: “Definir valor implica necesariamente tomar una postura frente a él” en esta línea está claro que quien emite un juicio, y en este caso una sentencia, de contenido semántico, no queda solo en la esfera del lenguaje, sino que definir es comprometerse inmediatamente con lo emitido, no se trata solo de mentarlos, nos dirá Cuéllar: “[…] Desde nuestro punto de vista, es posible referirse al valor corno una propiedad trascendental del ser, que hace patente su no indiferencia frente a las facultades estimativas del hombre. Esto significa que el mundo se manifiesta al hombre a través de los valores, que le habla a través de ciertas propiedades que simbolizan sus necesidades y potencialidades y hacen inevitable el que tome una postura frente a él.”, ahora bien, esta concepción axiológica, es personalizada, en el sentido de que cada uno manifiesta sus intereses frente a este universo, cito: “[…]Así, el universo axiológico constituye una especie de puente entre la condición humana y el ser; es responsable de nuestra no indiferencia frente al mundo, nos permite, en última instancia, sabernos hondamente vinculados con el cosmos a través de nuestras filias y de nuestras fobias, de nuestras preferencias y desdenes.”(p. 43), también se argumenta porque no pude ser la axiología y sobre todo en la comunicación que cada quien tenga su verdad: “[…]Esta idea -que a menudo se genera en la confusión del proceso psicológico de asimilación de los valores con los valores mismos-a pesar de la gran facilidad con que es aceptada por la conciencia de nuestro tiempo, genera en la vida cotidiana problemas de interrelación que no son fáciles de resolver: sobre todo en las situaciones en que la vida nos invita a acceder a niveles de comunicación más profundos. En esos casos la fórmula relativista que proclama «cada quien tiene sus valores» (y que mira con escepticismo el que podamos compartirlos, aún de manera análoga, y encontrarnos en ellos) se vuelve más bien evasiva del compromiso y de la comunicación existencial.”(p. 46), en las siguientes 2 páginas (p. 48 – 49), el autor nos muestra, uno de los planteamientos principales de carácter metafísico en los cuales se fundamenta su postura axiológica, sobre todo lo que respecta a los denominados universales: “En efecto, la realidad que yo obtengo de la intuición del ser rebasa, por así decirlo, la idea misma que se objetiva. Se podría decir -nos enseña Jacques Maritain- que el ser fuerza al concepto mismo del ser a multiplicarse en conceptos diversos, a transgredirse a sí mismo. Estos conceptos radicales -unidad, verdad, bien, belleza- que se han llamado trascendentales del ser, son el ser mismo bajo cierto aspecto, son convertibles con él, no le añaden nada a éste (lo cual sería ontológicamente imposible).”, y citando a santo Tomás de Aquino, sigue en este mismo contexto de fundamentación: “La ontología tradicional propone al menos tres rostros trascendentales del ser: 1. La unidad, esto es, el ser en cuanto no dividido, es un primer concepto convertible con el ser ya que en la medida en que algo es, es uno (puede ser dividido, pero al serlo renuncia a sí mismo). El trascendental unidad constituye un fundamento de los demás; y es que en la medida en que el ser es uno puede ser bueno, verdadero y bello. 2. Lo verdadero (verdad) es el ser en cuanto presentado o en relación a la intelección, al pensamiento. He aquí una segunda resonancia que brota del ser: se manifiesta, responde al espíritu que conoce, le habla, presenta una consistencia para el pensamiento. Una cosa es verdadera -concuerda con lo que dice de sí misma al pensamiento- en cuanto es. En palabras de Santo Tomás, ‘La conveniencia del ser con el entendimiento se expresa por el vocablo verdadero (verum)’. Así, el trascendental verdad es el bien de la inteligencia que la aprecia como un valor. 3. En relación al bien como rostro trascendental del ser, el Doctor Angélico nos enseña que ‘La conveniencia del ser con el apetito se expresa por el termino bueno ('bonum')’”. Pero llegando al núcleo central en esta investigación, arribamos al tema de la comunicación de los valores: “[…] Es el carácter transindividual y objetivo del valor, su parentesco con el ser, lo que nos permite identificarlo como un criterio común sólido para la comunicación.” (pp. 50 - 51) el concepto aristotélico de analogía es la vía que puede reducir el subjetivismo, y relativismo axiológico: “[…] Por ello la visualización del fundamento metafísico del valor, y específicamente su carácter analógico, constituye un elemento fundamental en la comprensión de los procesos de comunicación intercultural, característicos de nuestro tiempo. Si es posible -como de hecho lo es- comunicarnos con culturas o personas que viven diferentemente los valores es porque ellos adoptan en cada quien formas distintas (analogía) manteniendo su cualidad ontológica; porque los valores constituyen al mismo tiempo lo más íntimo de nosotros mismos y lo más común y trascendente entre las personas.”, posterior a este punto, el autor, llega a un tópico denominado el carácter histórico de los valores: “El carácter histórico de los valores se entiende y se fundamenta precisamente en estas propiedades del valor, en su carácter trascendente y en la forma análoga que toma en su realización. En efecto, el que el valor trascienda todas sus posibles concreciones y que se realice en formas diversas permite el que su aprehensión tenga un carácter histórico y gradual, así como el que en lo axiológico se pueda hablar de estancamiento, evolución y -nos lo ha dicho la postmodernidad-deterioro.”(p.53). Luego, nos habla Cuéllar, del carácter subjetivo: “[…]El progreso en el conocimiento intuitivo de los valores también se da a nivel individual; por eso es posible hablar de un carácter subjetivo en el descubrimiento y la aprehensión de los valores.[…] En realidad, y en el ánimo de hablar con precisión, la crisis de nuestro tiempo, más que una crisis de valores, es una crisis de virtudes”. Ahora toca, el punto de la jerarquía de los valores, Cuéllar inspirándose en J. de Finance, nos dice: “La noción de participación —nos dice Joseph De Finance sin la que el ser es ininteligible en su unidad-multiplicidad, implica la de orden de jerarquía... la idea de perfección es la articulación de la ontología y la axiología (y por lo tanto, también de la metafísica y la ética) ya que el ser en tanto que perfecto, es bueno” (p. 57), en este orden de ideas, nos hablará en las siguientes 3 páginas de 3 maneras de organizar jerárquicamente los valores, a partir de los denominados valores infrahumanos (pp. 58 – 59), luego los valores humanos inframorales (p. 59 – 60) y finalmente del valor moral (pp. 61 – 62) y el valor religioso (pp. 62 – 63)., de estos elementos se construye una JERARQUIA AXIOLOGICA con respecto a la comunicación: “La posibilidad de establecer una jerarquía axiológica de manera objetiva tiene enormes implicaciones en el ámbito de la comunidad y la comunicación cotidiana en el hombre; y es que el ejercicio de la existencia exige a cada hombre optar continuamente entre diversos valores, construyendo así su preferencia por algunos, es decir, un esquema de valores personal. Una escala de valores transindividual constituye una premisa tanto para establecer lazos de comunicación profunda a nivel interpersonal, como para orientar en un sentido común nuestro empeño social e histórico.[…] En el ámbito de la comunicación social, distinguir el tipo de valores en que se fundamenta el intercambio comunicativo facilita el análisis tanto de la profundidad del vínculo comunitario, como de las características ideales de extensión de la comunidad que la ejerce.[…] En el ámbito del conocimiento -el de la búsqueda crítica de la verdad- la confrontación de diversas opiniones, experiencias y puntos de vista, especialmente de aquellos que son en apariencia antagónicos- se convierte además en una necesidad metodológica: tal parece ser la enseñanza fundamental de la dialéctica socrática que la pedagogía contemporánea intenta de alguna manera retomar.”
Finalmente nuestro comentario persona, radica en el hecho de que en esta construcción axiológica que realiza, Cuéllar, debemos destacar el ordenamiento de los llamados trascendentales con respecto a la participación del individuo teniendo como potencialidad metafísica al ser mismo en un contexto humano, dialogante, socializado, y comunicativo, esta es una gran aportación, porque reduce el relativismo axiológico, sin caer en un absolutismo esencialista.
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