jueves, 28 de julio de 2011

Concepto de Naturaleza en Nietzsche según Safranski.

Si bien no estoy de acuerdo al 100% con el concepto de Naturaleza de Nietzsche que presenta la interpretación de Safranski en su biografía de su pensamiento, si coincido plenamente en sus argumentos precedentes antes de la antropologización del mismo, y comparto sus principios iniciales de que la Naturaleza busca fines ateleologicos o dicho de otra manera en instantes presentes circunstanciales pero nunca finales en absoluto.

***

Por tanto, pregunta Nietzsche, ¿qué fin se ha propuesto la naturaleza en el hecho de que ella haya abierto los ojos en el hombre y haga que su ser se refleje en la conciencia humana?. Cuando Nietzsche plantea esta pregunta, presupone una especie de finalidad en la naturaleza, que el profesa en los siguientes términos: Cuando toda la naturaleza empuja hacia el hombre, con ello da a entender que el es necesario para redimirla de la execración de la vida animal, y que finalmente en el lo existente se coloca delante de un espejo en virtud del cual la vida ya no carece de sentido, sino que aparece en su significación metafísica (1, 378). En qué consiste la significación metafísica?
No es una armonía de los mundos en el fondo de las cosas, no es un envolvente orden y justicia de tipo metafísico. La significación metafísica de la vida radica solamente en que, en la conciencia que ha despertado a la vida, la naturaleza de «su único salto y, por cierto, un salto de alegría». Y luego Nietzsche continua con una frase enigmática: «La naturaleza» se encuentra «por primera vez en el fin, a saber, allí donde ella comprende que ha de olvidarse de tener fines, y que ha llevado demasiado lejos el juego de la vida y del devenir» (1, 380). La argumentación es confusa. Nietzsche sabe que la naturaleza no es ningún «sujeto» que pueda aprender u olvidar algo, o llevar el juego demasiado lejos. No quiere ver ningún Dios dentro de la naturaleza. Cuando se habla de un aprender y olvidar por parte de la naturaleza, tales expresiones se refieren a los reflejos en la conciencia del ser natural que es el hombre, o sea, a aquella naturaleza que en el hombre adquiere conciencia de sí misma. En la conciencia del hombre acerca de sí mismo se muestra la naturaleza como una tendencia dirigida a un fin, la cual tiene que quedar siempre insatisfecha, pues en cada fin la tendencia nota que ella no quería el fin, sino que se quería a sí misma, y por ello debe proseguir en su actividad. En tanto la conciencia pone un «espejo» delante de la tendencia, puede suceder que esta se disuelva. Lo cual no tiene por qué deberse a cansancio o desesperación, puede deberse a la simple vision de que no hay ningún fin y estamos siempre en la meta. El instante lleno no está en ningún futuro, sino que siempre se encuentra ahí, basta con aprehenderlo, para lo cual hay que aprender a estar enteramente presente, a tener presencia de espíritu. El «juego» de la vida se lleva demasiado lejos cuando se ponen en marcha empeños que han de obtener su recompensa en un futuro ominoso. Nosotros podemos «jugar» con la vida de esta manera, pero ella misma no juega así. Pues no sigue el principio de la acumulación lineal y de la elevación progresiva. Cada punto de lo que alcanza el círculo equidista del centro.Y por eso la vida siempre está en la meta o, si queremos, equidista de ella, lo cual viene a decir lo mismo. La «naturaleza» da en el hombre un salto de alegría» cuando se supera la ilusión de la finalidad, y el hombre despertado a la conciencia nota que el mismo es el fin y el tiempo del instante. La naturaleza en el hombre, escribe Nietzsche, «se transfigura con este conocimiento» (1, 380; SE). El «enigmático impulso y excitación» (1, 381) recibe en Nietzsche la denominación de «gran ilustración», bajo cuya luz la realidad asume el aspecto de la «belleza» (1, 380).

[Cfr. Safranski, R. Nietzsche:biografía de su pensamiento.[tit. orig.:Biographie seines Denkens] 2009. Ed. Tusquets. pp. 119-121.]

domingo, 16 de enero de 2011

UANL: FFYL_AXIOLOGIA, Reporte de lectura: Frondizi, Risieri, INTRODUCCION A LA AXIOLOGIA. Ed. FCE. MEXICO. 1974. pp. [78 – 95]. ALUMNO: FELIX GPE. CASTILLO ALVARADO. MAT.0915811. Entregó en fecha: 2009. CIUDAD UNIVERSITARIA

 

El empirismo lógico en la obra de Frondizi, abarca las corrientes que tradicionalmente han sido más consideradas como partiendo o fundadas a partir del subjetivismo epistemológico, en el punto no. 5 nos comienza hablando del empirismo lógico, el mismo autor nos dice: “[…] Acostúmbrese a tomar como punto de partida del empirismo lógico, la obra de Ludwig Wtitgenstein Tractatus Logico-philosophicus, publicada por primera vez en 1921 en los Annalen der Naturphilosophie de Oswald” (p. 78) por otra parte adyacente a este punto de partida, Frondizi menciona al Circulo de Viena: “[…] el núcleo inicial del empirismo lógico, sin embargo, lo constituye el Circulo de Viena (Wiener Kreis), que se formó alrededor de un seminario dirigido por Moritz Schlick, en 1923. En 1925 el núcleo estaba claramente constituido y al año siguiente el movimiento adquiere nuevo impulso al ser llamado Rudolff Carnap a la Universidad de Viena. Muy pronto, la obra de Carnap Der Logische Aufbau der Welt (Berlin, 1928), y en particular su teoría sobre la constitución de los conceptos empíricos y el Tractatus de Wittgenstein constituyen los temas centrales de discusión del Círculo” (p. 80), nos refiere Frondizi, que a partir del proyecto Wissenschaftliche Weltauffassung: Der Wiener Kreis, cito: “[…] El procedimiento para lograr la unificación de las ciencias, tanto físicas como sociales o culturales, incluyendo la propia filosofía, debía ser el método lógico del análisis tal cual había sido iniciado por Peano, Frege, Whitehead y Russell. Dicho método permitiría eliminar los problemas metafísicos y todas las afirmaciones que carecerían de significación, y serviría para aclarar los conceptos y las proposiciones de las ciencias empíricas al mostrar su contenido observable en forma inmediata (das Gegebene)” (p. 80).

En este apartado nos expone Frondizi, la problemática a la que arribo el tema: “El análisis lógico del lenguaje condujo fácilmente al problema de la significación y una nueva disciplina surgió vigorosa de manos de los empiristas lógicos: la semántica. El problema axiológico pudo muy pronto reducirse al examen de significado de términos como ‘bueno’, ‘bello’, ‘justo’ y otros de importancia semejante en el mundo de los valores”, por lo tanto todo el quehacer axiológico se limito en este contexto lógico-empirista ha simples relaciones semánticas veamos con un ejemplo como lo expone Frondizi: “Veamos la interpretación de la palabra bueno (good). Escriben: ‘Se dice que este concepto constituye el objeto de estudio de la ética. Sugerimos que este peculiar uso ético de la palabra ‘bueno’ tiene un carácter puramente emotivo. Cuando se le utiliza así, tal palabra no representa nada y no tiene ninguna función simbólica […] Estos hombres creen, sencillamente, que no decimos nada cuando usamos estas palabras que han sido y son fundamentales en nuestro vocabulario diario y filosófico” (p. 82), luego viene la opinión por parte de Frondizi, hacia Carnap: “[…] para Carnap, los juicios de valor son formas disfrazadas de normas o imperativos. Entre el juicio de valor ‘matar es malo’ y el imperativo ‘no matarás’ no hay ninguna diferencia de contenido, sino tan solo de formulación. Ahora bien, la forma no afirma nada […] la forma gramatical del juicio de valor es lo que ha engañado a muchos, quienes, al creer se trataba de una afirmación, buscaba argumentos, para probar su verdad o falsedad” (p. 86).

Ahora en el texto de Frondizi abordamos la teoría emotivista dentro de las axiologías subjetivas, en concreto hablando de Alfred J. Ayer, según nos menciona Frondizi: “La confusión entre ‘afirmar’ y ‘expresar’ un determinado estado de ánimo se debe a que frecuentemente, la afirmación de que se tiene ese estado es un modo de expresión del mismo […] para Ayer, en cambio, quien enuncia un juicio ético, o de valor, está meramente expresando un determinado sentimiento y no afirmando que lo tiene. Y la expresión de un sentimiento no es ni verdadera ni falsa, como no es falsa ni verdadera una carcajada o un grito de terror, que son expresiones emotivas” (pp. 88 – 89), en esto mismo orden de ideas, Frondizi cita a Ayer donde nos dice: “En efecto, afirma Ayer, quien confiesa que aprueba lo incorrecto, o lo malo, no se contradice (cfr. Alfred, Ayer. Language, Truth and Logic [London, Gollacz, 1950], p. 114. [Hay trad. cast.:Buenos Aires, Eudeba, 1965]) NO NOS DICE AYER QUÉ CRITERIO USA PARA DETERMINAR CUÁNDO UN ACTO ES MALO” (p. 89).

“De acuerdo con las doctrinas subjetivistas y objetivistas tradicionales, los juicios de valor, son verdaderas o falsos. Para Ayer, no hay tal cosa; el sostiene que no podemos disputar sobre cuestiones axiológicas, pues si un juicio de valor no implica una proposición no pude haber proposiciones axiológicas que se contradigan. Y va mas allá: afirma que nunca disputamos sobre cuestiones de valor, sino sobre cuestiones de hecho (cfr. cfr. Alfred, Ayer. Language, Truth and Logic [London, Gollacz, 1950], p. 110). […] Todo esto sucede, según Ayer, porque los llamados conceptos y normas éticas –y, en general, los valores- son seudoconceptos y, por lo tanto, no se los puede analizar de ahí que la presencia de una de estas palabras no agregue nada al contenido factico de las proposiciones.” (p. 91) continuando con este orden de ideas: “Si los juicios que contienen términos éticos carecen de significado al no poder determinarse su verdad o falsedad, pues no afirman nada, lo único que legítimamente podemos investigar sobre tales términos es qué reacciones provocan o qué tipo de sentimientos expresan […] la ética como rama legitima del conocimiento, no tiene posibilidad de existencia para Ayer. Los supuestos problemas éticos cuando tienen sentido, pertenecen realmente a la psicología, y a la sociología”(p. 92)

También Frondizi, nos menciona a Charles. L. Stevenson como continuador de este tipo de ética emotivisita, nos refiere un artículo publicado en 1937: “The Emotive Meaning of Ethical Terms donde se sostiene en esta obra que estos términos son en parte emotivos y en parte descritpivos” (p. 93)

Para finalizar esta exposición solo podemos decir que con respecto a estas doctrinas subjetivistas de carácter lógico-empíricas, toda la discusión axiológica se reduce o a sentimientos, o a emociones o más reducido aun a meras cuestión semántica.

UANL:FFYL_AXIOLOGIA, Reporte de lectura: Frondizi, Risieri, INTRODUCCION A LA AXIOLOGIA. Ed. FCE. MEXICO. 1974. pp. 49 – 56. ALUMNO: FELIX GPE. CASTILLO ALVARADO. MAT.0915811. Entregó en fecha: 2009. CIUDAD UNIVERSITARIA

 

En este segundo comentario en torno a la obra de Frondizi, introduce el tema sobre las axiologías de carácter subjetivista, en el primer punto aborda la postura axiológica planteada por A. Meioning aunque como dice Frondizi, algunos autores españoles lo señalan como autoridad original en esta corriente axiológica en realidad no lo es así, para F. es Adam Smith[1] quien inicia en este sentido la corriente subjetivista en la axiología, es opinable la manera en que discrimina la época clásica, medieval, y la moderna, como justificante nos da una referencia hacia un texto de L. Lavalle, Traité dus Valeurs, Tomo I, libro 1, parte 2, pp. 33 – 91, y dos historias de la axiología más en las que sustenta dicha afirmación, habría que revisar cuidadosamente y exactamente que dicen estos tres autores para verificar efectivamente que no se ha escrito con anterioridad algo en este sentido, de momento damos el beneficio de la duda [pp. 49 - 50], por parte de los alemanes esta H. Lotze (1817 – 1881), con los esquemas reduccionistas que el autor refiere hacia intentar reducir la lógica, la ética y la metafísica a la axiología, llama poderosamente mi atención el aspecto que tiene en este contexto la separación de las ciencias culturales con respecto de las ciencias naturales, pero entiendo claramente la razón de dicho intento, cito a Frondizi: “[…] con esta separación se evitaba los intentos imperialistas del positvismo, pues la naturaleza era ajena al valor y, por consiguiente, los métodos de las ciencias naturales no serían aplicables a una realidad donde el valor asumía importancia de primer orden” de ahí que como dice Frondizi, Rickert, derivó la obra ciencia cultural y ciencia natural.[p. 51] y luego Frondizi cita a Nietzsche [1884 - 1900], que aunque como refiere Frondizi la filosofía de Nietzsche es precisamente él quien reavivo el tema de los valores de manera explosiva, violenta y apasionada, luego cita a F. Brentano [1838 – 1917], de ahí la influencia en Meinong, Ehrenfels, sus discípulos, pero es Husserl quien toma bases y fundamentos acerca de la intencionalidad para la construcción de su Fenomenología, posterior a Husserl, también vemos influencia de F. Brentano en Max Scheler y Nicolai Hatmann, Brentano se inspira principalmente en la doctrina de los Escolásticos especialmente en San Anselmo, Abelardo de acuerdo a lo que refiere Frondizi [p. 52], Meinong parte de ello para elaborar la primera construcción axiológica subjetivista, basándose en los datos psicológicos presentes en la naturaleza del sujeto, pero luego C. v. Ehrenfels (1850 – 1932), hace una crítica a esta postura axiológica, que Frondizi la refiere como polémica entre Meinong con Ehrenfels (pp. 52 – 53) se dan entre sí una serie de exposiciones teóricas con respecto al punto de vista que han partido ambos que aunque es prácticamente el mismo punto de inicio en cuanto a su reflexión axiológica, es decir, en el sustento psicologista, los nombres y al reseña completa de los artículos publicados por ámbos están detallada en la p. 53, esta “discrepancia creadora” como lo menciona Frondizi, según él se puede sintetizar de la siguiente manera cito a Frondizi: “[…] Reducida a términos escuetos, la polémica se puede sintetizar así. Sostenía, Meinong, en sus Investigaciones psicológico-éticas que es necesario partir de la valoración como hecho psíquico. Cuando examinamos tal hecho psíquico encontramos encontramos que pertenece al campo de la vida emotiva, que se trata de un sentimiento” (cfr. p. 54). El valor es, en verdad, un estado subjetivo, de orden sentimental, pero que mantiene una referencia al objeto a través del juicio existencial. Escribe Meinong que “un objeto tiene valor en tanto posee la capacidad de suministrar una base efectiva de sentimiento de valor” (Cfr. Psychologisch-ethische Unterschungen zur Werthheorie, p. 25). La contestación que hace Ehrenfels hacia la postura antes citada por parte de Meinong, es en razón de que como apunta Frondizi: “[…] Si una cosa es valiosa cuando es capaz de producir en nosotros un sentimiento de agrado, serán valiosas tan solo las cosas existentes. En verdad, valoramos también lo que no existe: la justicia perfecta, el bien moral, jamás realizado. Por esta razón, no cree Ehrenfels que el fundamento de los valores pueda encontrarse en el sentimiento de placer o agrado, sino que hay que buscarlo en el apetito, en el deseo.

Son valiosas las cosas que deseamos y apetecemos”(cfr. p. 54 – 55), posteriormente apunta Frondizi: “el traslado del fundamento de los valores del agrado [Meinong] al deseo [Ehrenfels] no implica, por supuesto, una modificación sustancial de la tesis subjetivista, pero permite a Meinong hacer algunas objeciones que obligarán a su colega a reajustar la doctrina” por lo que Meinong ahora le cuestiona a Ehrenfels siguiendo a Frondizi: “[…] sostiene Meinong, que el valor de un objeto, no puede depender de que se lo desee o apetezca, puesto que se desea lo que no se posee, y valoramos en cambio, las cosas existentes, que ya poseemos, como el cuadro que tenemos, en nuestra sala, la riqueza que hemos acumulado a lo largo de nuestra vida, etc…” [p. 55], por lo tanto, luego, Ehrenfels contesta a tales objeciones en los siguientes términos: “[…] Valoramos ciertas cosas existentes porque pensamos que de no existir o de no poseerlas, las desearíamos[…] Esta modificación [por parte de Ehrenfels a su postura axiológica] le permite proponer una nueva definición: el valor es una relación entre sujeto y un objeto que, debido a una representación fuerte y completa del ser del objeto determina en nosotros, dentro de la escala de nuestros sentimientos de placer y dolor, un estado emotivo más intenso que la representación del no ser de ese mismo objeto”(p. 55), luego, ambas posturas de los dos autores que cita Frondizi, cada uno se va aproximando entre sí hacia sus posturas: “[…] Admite Meinong que valoramos también lo inexistente pero que, al valorarlo, queremos afirmar, que si el objeto llegase a existir nos produciría un sentimiento de agrado. Distingue Meinong un valor actual y un valor potencial […] el valor de un objeto –escribe Meinong- consiste en la capacidad para determinar el sentimiento del sujeto, no solo por la existencia del objeto, sino también por su no existencia. […] No renuncia Meinong con esto a su tesis básica que ve en el sentimiento del agrado el fundamento último del valor” (p. 56)


[1] Dicho filósofo escocés es autor entre otras obras de sayo sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones, en la que sostiene que la riqueza procede del trabajo.

UANL: FFYL_AXIOLOGIA, Reporte de lectura: Garza Cuéllar, COMUNICACIÓN EN LOS VALORES. [MÉXICO., EDICIONES COYOACÁN, 1994]. pp. [41 – 63]. ALUMNO: FELIX GPE. CASTILLO ALVARADO. MAT.0915811. Entregado en 2009. CIUDAD UNIVERSITARIA

 

Es claro el planteamiento o postura axiológica de Garza Cuellar al decirnos en la p. 41, la manera en que va tratar el tema axiológico: “La intención básica de este trabajo es presentar a los valores como una realidad objetiva”, en este contexto se suscriba el curso de sus investigaciones, en esa página y la siguiente elucida, y esgrime sus argumentos, y nos dice porque esta realidad axiológica porque no puede ser subjetiva (pp. 41 – 42), pero en el siguiente parágrafo nos define su concepto de valor: “Definir valor implica necesariamente tomar una postura frente a él” en esta línea está claro que quien emite un juicio, y en este caso una sentencia, de contenido semántico, no queda solo en la esfera del lenguaje, sino que definir es comprometerse inmediatamente con lo emitido, no se trata solo de mentarlos, nos dirá Cuéllar: “[…] Desde nuestro punto de vista, es posible referirse al valor corno una propiedad trascendental del ser, que hace patente su no indife­rencia frente a las facultades estimativas del hombre. Esto significa que el mundo se manifiesta al hombre a través de los valores, que le habla a través de ciertas propiedades que sim­bolizan sus necesidades y potencialidades y hacen inevitable el que tome una postura frente a él.”, ahora bien, esta concepción axiológica, es personalizada, en el sentido de que cada uno manifiesta sus intereses frente a este universo, cito: “[…]Así, el universo axiológico constituye una especie de puente entre la condición humana y el ser; es responsable de nuestra no indiferencia frente al mundo, nos permite, en última instancia, sa­bernos hondamente vinculados con el cosmos a través de nuestras filias y de nuestras fobias, de nuestras preferencias y desdenes.”(p. 43), también se argumenta porque no pude ser la axiología y sobre todo en la comunicación que cada quien tenga su verdad: “[…]Esta idea -que a menudo se genera en la confusión del proceso psicológico de asimilación de los valores con los valores mismos-a pesar de la gran facilidad con que es aceptada por la conciencia de nuestro tiempo, genera en la vida cotidiana problemas de interrelación que no son fáciles de resolver: sobre todo en las situa­ciones en que la vida nos invita a acceder a niveles de comu­nicación más profundos. En esos casos la fórmula relativista que proclama «cada quien tiene sus valores» (y que mira con escepti­cismo el que podamos compartirlos, aún de manera análoga, y en­contrarnos en ellos) se vuelve más bien evasiva del compromiso y de la comunicación existencial.”(p. 46), en las siguientes 2 páginas (p. 48 – 49), el autor nos muestra, uno de los planteamientos principales de carácter metafísico en los cuales se fundamenta su postura axiológica, sobre todo lo que respecta a los denominados universales: “En efecto, la realidad que yo obtengo de la intuición del ser re­basa, por así decirlo, la idea misma que se objetiva. Se podría decir -nos enseña Jacques Maritain- que el ser fuerza al concepto mis­mo del ser a multiplicarse en conceptos diversos, a transgredirse a sí mismo. Estos conceptos radicales -unidad, verdad, bien, belleza- que se han llamado trascendentales del ser, son el ser mismo bajo cier­to aspecto, son convertibles con él, no le añaden nada a éste (lo cual sería ontológicamente imposible).”, y citando a santo Tomás de Aquino, sigue en este mismo contexto de fundamentación: “La ontología tradicional propone al menos tres rostros trascen­dentales del ser: 1. La unidad, esto es, el ser en cuanto no dividido, es un primer concepto convertible con el ser ya que en la medida en que algo es, es uno (puede ser dividido, pero al serlo renuncia a sí mismo). El trascendental unidad constituye un fundamento de los demás; y es que en la medida en que el ser es uno puede ser bueno, verda­dero y bello. 2. Lo verdadero (verdad) es el ser en cuanto presentado o en re­lación a la intelección, al pensamiento. He aquí una segunda resonancia que brota del ser: se manifies­ta, responde al espíritu que conoce, le habla, presenta una consis­tencia para el pensamiento. Una cosa es verdadera -concuerda con lo que dice de sí misma al pensamiento- en cuanto es. En palabras de Santo Tomás, ‘La conveniencia del ser con el entendimiento se expresa por el vocablo verdadero (verum)’. Así, el trascendental verdad es el bien de la inteligencia que la aprecia como un valor. 3. En relación al bien como rostro trascendental del ser, el Doc­tor Angélico nos enseña que ‘La conveniencia del ser con el ape­tito se expresa por el termino bueno ('bonum')’”. Pero llegando al núcleo central en esta investigación, arribamos al tema de la comunicación de los valores: “[…] Es el carácter transindividual y objetivo del valor, su parentesco con el ser, lo que nos permite identificarlo como un criterio común sólido para la comunicación.” (pp. 50 - 51) el concepto aristotélico de analogía es la vía que puede reducir el subjetivismo, y relativismo axiológico: “[…] Por ello la visualización del fundamento metafísico del valor, y específicamente su carácter analógico, constituye un elemento fun­damental en la comprensión de los procesos de comunicación in­tercultural, característicos de nuestro tiempo. Si es posible -como de hecho lo es- comunicarnos con culturas o personas que viven diferentemente los valores es porque ellos adoptan en cada quien formas distintas (analogía) manteniendo su cualidad ontológica; porque los valores constituyen al mismo tiem­po lo más íntimo de nosotros mismos y lo más común y trascendente entre las personas.”, posterior a este punto, el autor, llega a un tópico denominado el carácter histórico de los valores: “El carácter histórico de los valores se entiende y se fundamenta precisamente en estas propiedades del valor, en su carácter tras­cendente y en la forma análoga que toma en su realización. En efecto, el que el valor trascienda todas sus posibles concre­ciones y que se realice en formas diversas permite el que su apre­hensión tenga un carácter histórico y gradual, así como el que en lo axiológico se pueda hablar de estancamiento, evolución y -nos lo ha dicho la postmodernidad-deterioro.”(p.53). Luego, nos habla Cuéllar, del carácter subjetivo: “[…]El progreso en el conocimiento intuitivo de los valores también se da a nivel individual; por eso es posible hablar de un carácter subjetivo en el descubrimiento y la aprehensión de los valores.[…] En realidad, y en el ánimo de hablar con precisión, la crisis de nuestro tiempo, más que una crisis de valores, es una crisis de virtudes”. Ahora toca, el punto de la jerarquía de los valores, Cuéllar inspirándose en J. de Finance, nos dice: “La noción de participación —nos dice Joseph De Finance sin la que el ser es ininteligible en su unidad-multiplicidad, implica la de orden de jerarquía... la idea de perfección es la articulación de la ontología y la axiología (y por lo tanto, también de la metafísica y la ética) ya que el ser en tanto que perfecto, es bueno” (p. 57), en este orden de ideas, nos hablará en las siguientes 3 páginas de 3 maneras de organizar jerárquicamente los valores, a partir de los denominados valores infrahumanos (pp. 58 – 59), luego los valores humanos inframorales (p. 59 – 60) y finalmente del valor moral (pp. 61 – 62) y el valor religioso (pp. 62 – 63)., de estos elementos se construye una JERARQUIA AXIOLOGICA con respecto a la comunicación: “La posibilidad de establecer una jerarquía axiológica de manera objetiva tiene enormes implicaciones en el ámbito de la comuni­dad y la comunicación cotidiana en el hombre; y es que el ejerci­cio de la existencia exige a cada hombre optar continuamente entre diversos valores, construyendo así su preferencia por algunos, es decir, un esquema de valores personal. Una escala de valores transindividual constituye una premisa tanto para establecer lazos de comunicación profunda a nivel inter­personal, como para orientar en un sentido común nuestro empeño social e histórico.[…] En el ámbito de la comunicación social, distinguir el tipo de valo­res en que se fundamenta el intercambio comunicativo facilita el aná­lisis tanto de la profundidad del vínculo comunitario, como de las características ideales de extensión de la comunidad que la ejerce.[…] En el ámbito del conocimiento -el de la búsqueda crítica de la verdad- la confrontación de diversas opiniones, experiencias y pun­tos de vista, especialmente de aquellos que son en apariencia anta­gónicos- se convierte además en una necesidad metodológica: tal parece ser la enseñanza fundamental de la dialéctica socrática que la pedagogía contemporánea intenta de alguna manera retomar.”

Finalmente nuestro comentario persona, radica en el hecho de que en esta construcción axiológica que realiza, Cuéllar, debemos destacar el ordenamiento de los llamados trascendentales con respecto a la participación del individuo teniendo como potencialidad metafísica al ser mismo en un contexto humano, dialogante, socializado, y comunicativo, esta es una gran aportación, porque reduce el relativismo axiológico, sin caer en un absolutismo esencialista.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Comentario al texto de Stern, Alfred, La Filosofía de la Historia y el problema de los valores. Ed. Eudeba. Argentina. 1963. pp. 137 – 160.

<<escrito realizado como reporte de lectura o tarea de la clase de AXIOLOGÍA, 10o SEMESTRE (2009)>>



El texto de Alfred Stern, inicia con un comentario/crítica en torno a los valores que tienen los historiadores, apuntando que acontecimientos tales como la aparición de Hitler que en si mismo aunque carece de valor moral positivo si incide en la referencia de un valor positivo para la actividad historiográfica, para ello el autor cita a Heinrich Rickert quien estudia el objeto histórico y el valor del mismo (p. 136 – 137), aunque en principio Rickert se demarca ante un individualismo metodológico que nosotros interpretamos como autonomía entre las ciencias históricas y las ciencias naturales, se cita al historiador ya clásico Suizo J. Burkhardt, quien en clara referencia crítica antes las posición antes mencionada por Rickert, al contrario menciona la alta importancia que tienen las generalizaciones en la historia, sobre todo en hechos o acontecimientos que se repiten, lo cual extiende no solo a la historiografía sino que va hacia el hecho de encontrarse en la misma situación respecto de las ciencias naturales (p. 139) ya en esta página se relata la importancia de determinar qué debe ser lo esencial en cuanto a la selección de lo histórico, es decir, la relación existente en torno a la relación entre el reino de los valores y entre la historiografía, ya en las siguientes dos páginas se da esta interpretación entorno a lo que es importante para el historiador ya como científico y lo propiamente importante en palabras de Rickert que es lo constitutivo para la cultura en general, por lo que de aquí se desprende el valor de los objetos culturales, al mismo tiempo que subraya carácter objetivo de la historiografía, debemos de tomar en cuenta el comentario del propio Stern en torno a esto último sobre todo en cuanto se hace referencia a cierto relativismo histórico ya que según Stern, no se ve con claridad a quien se refiere cuando dice “todos” en un sentido para determinar a la comunidad cultural, no queda claro si se refiere a una comunidad particular anclada en la época de Rickert o más bien a la comunidad europea de determinado siglo en particular el del XX, o se refiere a la comunidad occidental. (pp. 140 – 141), a continuación Stern refiere otro punto en torno a las posturas axiológicas de Rickert, y es respecto de la sutil distinción entre “valoraciones prácticas” y “referencia teórica a valores”, las siguientes dos páginas abordan la cuestión iniciando la comparación entre posturas que antes sostuvieron tanto B. Croce como Max Weber en sus exposiciones metodológicas, se va pues exponiendo esto con varios símiles por ejemplo en torno al Islam (pp. 142 – 143), posterior a esto, se ponen a consideración los objetivos alcanzados por el investigador Mandelbaum, con respecto a la indeterminación del concepto dado en algunas tesis de Kant y de Hume, en torno a la naturaleza respecto del papel que juega la mente, restándole o minimizándole los aportes dados por el criticismo en palabras de Stern, pero a nosotros nos puede resultar interesante esta forma de abordar la cuestión, AQUÍ NUESTRAS PALABRA Y COMENTARIOS EN TORNO A ESTO, ya que si bien Mendelbaum estableció previamente el precedente de que la Naturaleza, no puede preverse ni pensarse en términos propiamente lógicos estamos en total acuerdo ante esta criba del criticismo aunque a ciencia cierta desconocemos cual es el fundamento de Mendelbaum, sin embargo a modo de suposición y por lo tanto sujeta de revisión, si Mendelbaum se refiere a la imposibilidad de anteceder a los acontecimientos históricos debido a una fuerza más allá de la razón y de la mente humana, y por lo tanto de establecerle nexos lógicos con nexos históricos, más bien nuestra postura es complementaria de Mendelbaum y suplementaria de la de los criticisistas ya que ¿cómo vamos a poder determinar cuál es el fundamento último de la Naturaleza entendiendo por Naturaleza un conjunto de leyes internas que gobiernan al mundo fuera de toda lógica humana, y en todo caso las inferencias que se hacen en torno de la Naturaleza han sido, son y serán solo superficiales, porque la ciencia no abriga la posibilidad de una metafísica o explicación ontológica de la Naturaleza, sino que determina su objeto de estudio en torno a una parte minúscula propia y característica determinada por las propias reglas del método científico, lo otro es decir la investigación de la generalidad y de la ontología de la Naturaleza, tal vez sea imposible (pp. 144 - 145), luego nos encontramos ante la discusión de toda la cuestión metodológica y selectiva en torno a la historiografía, se pone de manifiesto citado por Stern, el que N. Hartmann ha mostrado cierta reacción respecto de los aspectos categoriales desde donde se propone la investigación metodológicamente hablando, rechazando así todas las interpretaciones categoriales monísticas de la historia, y propuso un esquema categorial pluralista (pp. 146 – 147), en las siguientes dos páginas se muestra lo que anteriormente Stern ya había mencionado solo de manera general, el ejemplo de B. Croce y de Max Weber en torno a sus posturas metodológicas y axiológicas aquí se cita a ambos autores y se comenta dichos posicionamientos (pp. 148 – 149), para así arribar a ciertas conclusiones que Stern va infiriendo a partir de todo lo antes mencionado, llegando a cuatro puntos centrales para determinar el quehacer histórico, en referencia a lo axiológico, esto si lo voy a citar textualmente: “1.- La historia como realidad se origina en un perpetuo deseo de salir de un presente que se considera imperfecto y encaminarse hacia un futuro imaginado como más perfecto. Esta oposición entre valores negativos reales y valores posi­tivos imaginados y afirmados por grupos es el elemento vital de la historia como realidad. 2.- Los valores entran en la definición misma de los ob­jetos históricos. Solo por su relación con el valor directivo de un proyecto historiográfico determinado se distingue un ob­jeto histórico de cualquier otro objeto real pero históricamen­te indiferente.3.- Hay una multiplicidad de códigos de valores que de­terminan el carácter esencial o inesencial de los aconteci­mientos históricos. Cada uno de estos códigos de valores debe su carácter específico a un proyecto historiográfico determi­nado, el cual también se pone de manifiesto en la elección de las categorías históricas específicas y en la selección de los sucesos apropiados.4.- La elección de un proyecto historiográfico y de las categorías correspondientes es la expresión de una elección original de ciertos valores básicos, la que, a su vez, está con­dicionada desde un punto de vista histórico, social, cultural y existencial.” (p. 153) Para concluir este breve comentario, decimos que es una tarea bastante difícil llegar a la objetividad y debemos de considerar la subjetividad primero no tanto para superarla definitivamente cual fuera el ideal de todo investigador, pero pudiera ser más honesto decir a manera de prólogo de cualquier investigador, en torno a cuales escuela, o posturas nos inclinamos, sean cual fueran, el hecho mismo de decirlas explícitamente, anteceden a la investigación y ya tenemos más allá de un prejuicio, que nos podamos formar es un antecedente metodológico y ello ya es en sí mismo un valor, ahora bien si dicha postura puesta antes de la investigación como antecedente, resulta ser que de acuerdo a lo determinado investigador va realizando en su obra, y difiere parcial o radicalmente del antecedente, nos encontramos entonces ante un nuevo paradigma dentro de las propias posturas antes dichas, particularmente a mi me ha tocado ver, este tipo de cosas en varios libros donde se pone de manifiesto el antecedente del investigador y al momento de ir leyendo la obra resulta ser otra cosa, por todo ello es necesario siempre evitar prejuicios con todo y que alguien se autopostule con tal o cual, ropaje metodológico, si para el investigador es necesario evitarse prejuicios y esto ya es un valor, para el lector-investigador sea hace doblemente necesario ya que sin eso, estamos ante un relativismo axiológico.

Comentario al texto de Alfred Stern: La Filosofía de la Historia y el problema de los valores. Ed. Eudeba. Argentina. 1963. pp. 116 – 136

<<escrito realizado como reporte de lectura o tarea de la clase de AXIOLOGÍA, 10o SEMESTRE (2009)>>



El texto de Alfred Stern, realiza un esbozo histórico (p. 116), para situarnos en el contexto de la pregunta que se hace el hombre, (y que todos nos deberíamos hacer de alguna manera): “[…] El individuo se halla frente a un mundo cuyos elemen­tos físicos y mentales se encuentran en un estado de desigual­dad de rango. Al referirse a esta desigualdad, el hombre habla de "valores". Otro individuo, enfrentado también con este mundo, concebirá de distinta manera la desigualdad de jerarquías entre los mismos elementos; como consecuen­cia, tendrá un mundo de valores diferente. Las jerarquías de las cosas y las ideas que los hombres conciben están ínti­mamente ligadas a sus acciones.”(p. 117.). A lo cual yo agregaría que tendríamos mejor por valor primario para evitar la temeraria palabra de “principio” frente al otro que puede ser diferente o desemejante y no solo en cuanto jerarquías axiológicas o axionómicas (si el término lo permite expresar) y el orden de los mismos valores puede ser diametralmente opuesto, con todo ello el límite o franja entre unos y otros, por lo tanto debe de ser el mismo individuo, pero en un “segundo“ momento generalizarlo arbitrariamente es decir el concepto de hombre, de individuo, de persona, tomando en cuenta la primera proposición de diferenciación particular, para poder llegar ahora si a un concepto abstractamente hablando que sea lo más positivo posible en aras de establecer las reglas mínimas dialogantes (Jürgen Habermas, teoría de la acción comunicativa) y el “tercer momento” o jerarquía axial para luego constituirse en axiología y axionomia, será la de establecer comunitariamente, socialmente, una revisión continua sobre estos dos momentos que hemos mencionado anteriormente, debemos aclarar que lo social no se reduce solo a una categoría fenomenológica, es decir no solo como una mera concepción abstracta sino y entendiendo a lo social como una democracia activa y participativa en la que se tome en cuenta el logos particular de cada persona (pp. 118 - 119). Ahora bien el decurso de la historia ha significado para la cultura un progreso lento y a veces apresurado, en el cual se han ido estableciendo las leyes producto de las mentes de los legisladores de cada Estado del Mundo Actual, nos refiere Stern: “[…] Evidentemente, la norma postulada es a su vez un valor. Si llamamos a las normas "valores de primer grado", enton­ces los valores para los cuales ellas sirven de patrones pueden denominarse "valores de segundo grado". Uno de los proble­mas esenciales de la filosofía de los valores es, a mi juicio, el de determinar el origen de las normas que sirven de patrones para los valores de segundo grado. ¿Surgen históricamente o son transhistóricos? Más adelante intentaremos resolver esta cuestión.”(p. 120) a lo cual nosotros comentamos lo siguiente: las normas y los valores es un binomio o si se le quiere llamar así un dualismo que se encuentra determinado ontológicamente en el hombre, es entonces que efectivamente si el hombre ha tenido una historia en el mundo pues efectivamente los valores y normas surgieron en el momento determinado para problemas específicamente delimitados para la situación que vivieron, sería ocioso y tal vez hasta disparatado, puede ser, ya que legislar y filosofar sobre los valores del futuro (Kant, met. de las costumbres), tal vez incluso sea hasta necesario, pero más allá de tiempos pasados y futuros estaba en ellos el presente histórico, y puede ser que mas de alguno fundamentase o intentara fundamentar en un bien trascendente fincando en lo más sólido que un legislador ilustrado y culto junto a una ciudadanía cosmopolita pudieran aspirar hacia un progreso continuo, pero como hemos dicho anteriormente para avanzar no es solo dictaminar en la “novedad” de ahí lo transhistorico, porque ¿de qué sirve legislar leyes y pensar acerca de los valores, si el día de mañana pudiera alguien hacerse del poder y derogarla?, puede y deben modificarse las constituciones del mundo en aras de un progreso común mas nunca individual, pero si del individuo como sustancialidad del Estado., pero de un Estado Actual acorde a las diferencias, desemejanzas pero también similitudes, que casi siempre serán a nuestro juicio de calidad de vida, es decir, económicas, y eh aquí que ahora el problema axiológico se decanta en político. Por otra parte, Stern, nos habla de los valores o actitudes que tiene la ciencia en la historia: “[…] Desde los días de la Grecia antigua, muchos pensadores han comprendido que existen algunas diferencias básicas entre la ciencia natural y la historia. Aristóteles distinguió entre la ciencia que analiza las constantes y la una especie de fronesis; una especie de sabiduría práctica que se interesa por los elementos contin­gentes de la vida y la historia. El Estagirita consideraba a la historia como una masa de documentos, en contraposición a las ciencias, ocupadas en explicar y sistematizar.”(p. 121). Llama poderosamente mi atención que el texto a partir de esta página hasta la 136, se pone a debatir diversas posturas científicas, políticas, y corrientes filosóficas, ideologías, etc…. Y que bueno porque la labor de un humanista es debatirlas de acuerdo a “sus valores” o “principios” con todo ello Stern, hace gala de un encomiable saber que viene desde la época clásica hasta la marxista y más allá de esta, a nuestro juicio el texto se pierde un poco del tema en esas páginas, con el respeto que nos merece tal odisea académica es también deber nuestro que casi muy poco se habla de la naturaleza, si se llega hablar de las ciencias naturaleza, de la biología, etc…, pero en sí de la naturaleza bien poco, y no hablamos aquí en el sentido espinosista, o desde un punto de vista científico, sino desde el punto de vista de la physis griega, y de la que ya Lucrecio hablaba en su poema de rerum natura, a lo que me refiero es simple, existen unas leyes ciertamente naturaleza, pero también hay unos principios naturales es decir la propia naturaleza tiene su modo de regularse, podríamos aprender de ella en cambio al contrario la intentamos dominar racionalmente y mecánicamente pensando en que si la modificamos no habrá regresiones de corte catastrófico, de ahí que estemos viviendo unos espantosos días de calor en el mundo nunca antes pre-vistos, porque los valores de quienes generaron la riqueza en la época de la revolución industrial hasta ahora aparentemente fincaban solo sus propósitos en hacer oro, y no en cuidar del clima, de la fauna, de los bosques, y de los animales, por ello digo que es necesario volver a repensar nuestras planteamientos axiológicos, y esto vale para la ciencia, para la filosofía, para la religión, para la política, y finalmente en última instancia para el hombre.

Comentario a Frondizi, Risieri, INTRODUCCION A LA AXIOLOGIA. ¿QUÉ SON LOS VALORES? Ed. FCE. MEXICO. 1974. pp. 11 – 21, 24 – 27.

<<escrito realizado como reporte de lectura o tarea de la clase de AXIOLOGÍA, 10o SEMESTRE (2009)>>



En las primeras páginas del texto de Frondizi, concretamente del apartado 1 inicia hablando sobre el mundo de los valores donde aborda el tema sobre: ¿qué son los valores?, inicialmente introduce el tema aproximándonos al tema de los valores desde el punto de vista de una reciente disciplina filosófica que tiene sin embargo sus fundamentos en la época clásica con filósofos como Platón, sobre todo con Sócrates (referido por Platón): “Los valores constituyen un tema nuevo en la filosofía: la disciplina que los estudia —la axiología— ensaya sus primeros pasos en la segunda mitad del siglo xix. Es cierto que algunos valores inspiraron profundas páginas a más de un filósofo, desde Platón en adelante, y que la belleza, la jus­ticia, el bien, la santidad, fueron temas de viva preocupación de los pensadores en todas las épo­cas.[…] Tanto los antiguos como los modernos incluían, sin tener conciencia de ello, el valor en el ser, y medían a ambos con la misma vara. Los intentos de axiología se dirigían, sin excepción, a valores aislados y en particular al bien y al mal.[…] Es el mundo de las esencias, los conceptos, las relaciones, esto es, de lo que hoy se denomina objetos ideales. Los pitagóricos, Sócrates y Platón son los descubridores de este mundo de las esencias.” (pp. 11 y 13), por otro lado Frondizi apunta a las nociones que se hacen respecto de la axiología en el contexto filosófico: “Mientras unos sostienen que toda la filosofía no es más que axiología, otros se empe­ñan en que los valores no constituyen ninguna novedad, que se ha descubierto un nombre nuevo para designar viejos modos del ser. ¿A qué podrían reducirse los valores, según esta última concepción? Tres eran los grandes sectores de la realidad que habíamos señalado: las cosas, las esencias y los estados psicológicos. Se intentó, en primer término, reducir los valores a los estados psicológicos. El valor equivale a lo que nos agra­da, dijeron unos; se identifica con lo deseado, agregaron otros; es el objeto de nuestro interés, insistieron unos terceros. El agrado, el deseo, el interés, son estados psicológicos; el valor, para estos filósofos, se reduce a meras vivencias. En abierta oposición con esta interpretación psicologista se constituyó una doctrina que adquirió pronto gran significación y prestigio, y que terminó por sostener, con Nicolai Hartmann, que los valo­res son esencias, ideas platónicas. El error de esta asimilación de los valores a las esencias se debió en algunos pensadores a la confusión de la irrea­lidad con la idealidad. La supuesta intemporalidad del valor ha prestado un gran apoyo a la doctrina que pretende incluir los valores entre los objetos ideales.” (p. 14). Frondizi al hablarnos sobre la estructura del valor en el punto 2 titulado: el valor como cualidad estructural, donde comienza diciéndonos que si bien es posible hablar de valores por sí mismos, no es posible determinarlos en relación a la existencia, utilizando el símil del concepto de receptáculo o depositario que a nuestro juicio opera como la construcción kantiana del imperativo categórico en términos de constitución de un concepto estructural: “Dijimos que los valores no existen por sí mis­mos, al menos en este mundo: necesitan de un depositario en que descansar. Se nos aparecen, por lo tanto, como meras cualidades de esos depo­sitarios: belleza de un cuadro, elegancia de un vestido, utilidad de una herramienta.[…] sin embargo, que la cualidad valorativa es distinta de las otras cualidades.[…] Como las cualidades no pueden existir por sí mismas, los valores pertenecen a los objetos que Husserl llama "no independientes", es decir, que no tienen sustantividad. Esta propiedad, aparente­mente sencilla, es una nota fundamental de los valores. Muchos desvaríos de ciertas teorías axiológicas objetivistas se deben al olvido de que el valor es una cualidad, un adjetivo.[…] Por ser cualidades, los valores son entes para­sitarios —que no pueden vivir sin apoyarse en obje­tos reales— y de frágil existencia, al menos en tanto adjetivos de los "bienes".” (pp. 15 - 17)

Frondizi apunta a hacia una primera distinción entre objetos ideales y valores: “No hav que confundir los valores con los llama­dos objetos ideales —esencias, relaciones, concep­tos, entes matemáticos—; la diferencia está en que éstos son ideales mientras que los valores no lo son.” (p. 18), para concluir este apartado número dos, cito a Frondizi con un parágrafo contundente: “[…] A nuestro juicio, la irrealidad del valor debe interpretarse como cualidad estructural (Gestaltqualitat). Una estructura no equivale a la suma de las partes, aunque depende de los miembros que la constituyen; tales miembros no son homogéneos”(p. 19), por otra parte, y continuando con las primeras características de lo que son los valores en el tercer punto nos habla frondizi, sobre la polaridad y jerarquía de los mismos, concretamente nos dice que los valores tienen como característica principal el hecho de la polaridad, es decir, que a lado del concepto de belleza esta la fealdad, al lado de lo bueno lo malo, etc…, pero además existe una jerarquización y tal vez aquí sea uno de los puntos problemáticos en términos de establecer una jerarquía global, o universal: “Una característica fundamental de los valores es la polaridad. Mientras que las cosas son lo que son, los valores se presentan desdoblados en un valor positivo y el correspondiente valor negativo. Así, a la belleza se le opone la fealdad; lo malo, a lo bueno; lo injusto, a lo justo, etcétera. No se crea que el desvalor, o valor negativo, implica la mera ausencia del valor positivo: el valor negativo existe por sí mismo v no por consecuencia del valor positivo. La "fealdad" tiene tanta presencia efectiva como la "belleza"; nos encontramos con ella a cada rato. Lo mismo puede decirse de los demás valores […]Se ha dicho muchas veces que la polaridad im­plica la ruptura de la indiferencia. Frente a los objetos del mundo físico podemos ser indiferen­tes. En cambio, tan pronto se incorpora a ellos un valor, la indiferencia no es posible; nuestra reac­ción —y el valor correspondiente— serán positivos o negativos, de aproximación o rechazo. No hay obra de arte que sea neutra, ni persona que se mantenga indiferente al escuchar una sinfonía, leer un poema o ver un cuadro.” (pp. 19 y 20), por último en este punto nos habla Frondizi sobre la existencia de unas tablas jerarquizadas de valores que tienen los pueblos o comunidades e individualmente algunos hombres también que siguen tal cual, pero también se señala el hecho de que estas conceptualizaciones axiológicas son fluctuantes con todo y que Frondizi refiere a ciertos axiológos han intentado establecer unos valores imperecederos e inamovibles en el tiempo: “Los valores están, además, ordenados jerárqui­camente, esto es, hay valores inferiores y superio­res. No debe confundirse la ordenación jerárquica de los valores con su clasificación. Una clasifica­ción no implica, necesariamente, un orden jerár­quico. Se puede clasificar a los hombres en gordos v flacos, altos y bajos, solteros y casados, etcétera, sin que ninguno de los grupos tenga mayor jerar­quía que el otro. Los valores, en cambio, se dan en su orden jerárquico o tabla de valores. La pre­ferencia revela ese orden jerárquico; al enfrentarse a dos valores, el hombre prefiere comúnmente el superior, aunque a veces elija el inferior por razo­nes circunstanciales.[…] No han faltado, por cierto, axiólogos que han pretendido fijarlo de una vez por todas. […] El hombre individualmente, tanto como las co­munidades y grupos culturales concretos, se apoyan en alguna tabla. Es cierto que tales tablas no son fijas sino fluctuantes y no siempre coherentes; pero es indudable que nuestro comportamiento frente al prójimo, sus actos, las creaciones estéticas, etcé­tera, son juzgados y preferidos de acuerdo con una tabla de valores.” (pp. 20 y 21).

En el siguiente apartado II del libro de Frondizi, podemos inferir la contundente afirmación de que la discusión de los valores, la reflexión en torno a lo axiológico que implica la moral y lo ético, no es otra cosas que situaciones que vemos en la vida diaria y en lo cotidiano: “Los problemas fundamentales de la axiología no se plantean únicamente en los libros, revistas y congresos filosóficos, sino que están presentes en las manifestaciones más diversas de la vida diaria. No hay discusión o desacuerdo sobre la conducta de una persona, la elegancia de una mujer, la jus­ticia de una sentencia o el agrado de una comida, que no suponga la reapertura de la problemática sobre los valores. Las más complicadas cuestiones axiológicas se debaten a diario en la calle, en el parlamento, en el café y en las casas más humil­des, si bien con una actitud y en un lenguaje poco filosófico. Por lo general, las discusiones traducen, sin embargo, las posiciones extremas de la axiolo­gía.” (p. 24.), todo este apartado lleva por título: PROBLEMAS DE LA AXIOLOGIA, en el segundo punto de este apartado dos, aborda lo que es probablemente el mayor de los problemas jerárquicamente hablando desde el punto de vista epistemológico en relación a lo axiológico, el titulo simplemente introduce el tema a modo de pregunta: “¿SON LOS VALORES OBJETIVOS Y SUBJETIVOS?” de este tema concretamente nos dice Frondizi: “[…] Este conflicto es uno de los que tienen más agitada a la axiología contemporánea. En verdad, nació con la axiología misma y podría escribirse la historia de la teoría de los valores tomando este problema como eje e hilvanando las diversas soluciones que se han propuesto para resolverlo.[…]”(p. 26) para ello el autor utiliza varios similes para ir sino resolviendo si por lo menos planteando la problemática con mayor amplitud de comprensibilidad a las cuestiones en torno a este debate, por ejemplo plantea el hecho del valor subjetivo en algunas de las cosas que se adquieren sobre todo respecto del arte, y plantea que compramos el arte porque lo valoramos como tal o es que alguna pieza de arte ha adquirido un valor posterior a sus construcción y por lo tanto adquirió valor (cfr. p. 27), estas y otras cuestiones similares van poco a poco llevando a Frondizi a exponernos el hecho de cuan relacionada esta la percepción mediante los sentidos para la valoración de las cosas, así por ejemplo dice que le pongamos una pintura bella a un ciego, o por decir imaginemos que a un sordo le ponemos las más bellas sinfonías, por lo tanto dice Frondizi que no podemos ni todo subjetivizarlo ni tampoco objetivizarlo sino que más bien sería una síntesis entre ambas: “Un punto parece claro: no podemos hablar de valores fuera de una valoración real o posible. En ¡efecto, ¿qué sentido tendría la existencia de valores que escaparan a toda posibilidad de ser apreciados por el hombre? ¿Cómo sabríamos que existen si estuvieran condenados a mantenerse fuera de la esfera de las valoraciones humanas? En este punto el subjetivismo parece pisar tierra firme; el valor no puede ser ajeno a la valoración. El objetivismo, por su parte, hace aquí una distinción fundamental que nos impide proseguir por el camino ya abierto de la subjetividad. Es cierto que la valoración es subjetiva, sostiene el objetivista, pero es indispensable distinguir la valoración del valor. Y el valor es anterior a la valoración. Si no hubiera valores; ¿qué habríamos de valorar? Contundir la valoración con el valor es como confundir la percepción con el objeto percibido. La percepción no crea al objeto, sino que lo capta; lo mismo sucede con la valoración. Lo subjetivo es el proceso de capta­ción del valor.”(p, 28)

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