viernes, 12 de noviembre de 2010

Comentario a Frondizi, Risieri, INTRODUCCION A LA AXIOLOGIA. ¿QUÉ SON LOS VALORES? Ed. FCE. MEXICO. 1974. pp. 11 – 21, 24 – 27.

<<escrito realizado como reporte de lectura o tarea de la clase de AXIOLOGÍA, 10o SEMESTRE (2009)>>



En las primeras páginas del texto de Frondizi, concretamente del apartado 1 inicia hablando sobre el mundo de los valores donde aborda el tema sobre: ¿qué son los valores?, inicialmente introduce el tema aproximándonos al tema de los valores desde el punto de vista de una reciente disciplina filosófica que tiene sin embargo sus fundamentos en la época clásica con filósofos como Platón, sobre todo con Sócrates (referido por Platón): “Los valores constituyen un tema nuevo en la filosofía: la disciplina que los estudia —la axiología— ensaya sus primeros pasos en la segunda mitad del siglo xix. Es cierto que algunos valores inspiraron profundas páginas a más de un filósofo, desde Platón en adelante, y que la belleza, la jus­ticia, el bien, la santidad, fueron temas de viva preocupación de los pensadores en todas las épo­cas.[…] Tanto los antiguos como los modernos incluían, sin tener conciencia de ello, el valor en el ser, y medían a ambos con la misma vara. Los intentos de axiología se dirigían, sin excepción, a valores aislados y en particular al bien y al mal.[…] Es el mundo de las esencias, los conceptos, las relaciones, esto es, de lo que hoy se denomina objetos ideales. Los pitagóricos, Sócrates y Platón son los descubridores de este mundo de las esencias.” (pp. 11 y 13), por otro lado Frondizi apunta a las nociones que se hacen respecto de la axiología en el contexto filosófico: “Mientras unos sostienen que toda la filosofía no es más que axiología, otros se empe­ñan en que los valores no constituyen ninguna novedad, que se ha descubierto un nombre nuevo para designar viejos modos del ser. ¿A qué podrían reducirse los valores, según esta última concepción? Tres eran los grandes sectores de la realidad que habíamos señalado: las cosas, las esencias y los estados psicológicos. Se intentó, en primer término, reducir los valores a los estados psicológicos. El valor equivale a lo que nos agra­da, dijeron unos; se identifica con lo deseado, agregaron otros; es el objeto de nuestro interés, insistieron unos terceros. El agrado, el deseo, el interés, son estados psicológicos; el valor, para estos filósofos, se reduce a meras vivencias. En abierta oposición con esta interpretación psicologista se constituyó una doctrina que adquirió pronto gran significación y prestigio, y que terminó por sostener, con Nicolai Hartmann, que los valo­res son esencias, ideas platónicas. El error de esta asimilación de los valores a las esencias se debió en algunos pensadores a la confusión de la irrea­lidad con la idealidad. La supuesta intemporalidad del valor ha prestado un gran apoyo a la doctrina que pretende incluir los valores entre los objetos ideales.” (p. 14). Frondizi al hablarnos sobre la estructura del valor en el punto 2 titulado: el valor como cualidad estructural, donde comienza diciéndonos que si bien es posible hablar de valores por sí mismos, no es posible determinarlos en relación a la existencia, utilizando el símil del concepto de receptáculo o depositario que a nuestro juicio opera como la construcción kantiana del imperativo categórico en términos de constitución de un concepto estructural: “Dijimos que los valores no existen por sí mis­mos, al menos en este mundo: necesitan de un depositario en que descansar. Se nos aparecen, por lo tanto, como meras cualidades de esos depo­sitarios: belleza de un cuadro, elegancia de un vestido, utilidad de una herramienta.[…] sin embargo, que la cualidad valorativa es distinta de las otras cualidades.[…] Como las cualidades no pueden existir por sí mismas, los valores pertenecen a los objetos que Husserl llama "no independientes", es decir, que no tienen sustantividad. Esta propiedad, aparente­mente sencilla, es una nota fundamental de los valores. Muchos desvaríos de ciertas teorías axiológicas objetivistas se deben al olvido de que el valor es una cualidad, un adjetivo.[…] Por ser cualidades, los valores son entes para­sitarios —que no pueden vivir sin apoyarse en obje­tos reales— y de frágil existencia, al menos en tanto adjetivos de los "bienes".” (pp. 15 - 17)

Frondizi apunta a hacia una primera distinción entre objetos ideales y valores: “No hav que confundir los valores con los llama­dos objetos ideales —esencias, relaciones, concep­tos, entes matemáticos—; la diferencia está en que éstos son ideales mientras que los valores no lo son.” (p. 18), para concluir este apartado número dos, cito a Frondizi con un parágrafo contundente: “[…] A nuestro juicio, la irrealidad del valor debe interpretarse como cualidad estructural (Gestaltqualitat). Una estructura no equivale a la suma de las partes, aunque depende de los miembros que la constituyen; tales miembros no son homogéneos”(p. 19), por otra parte, y continuando con las primeras características de lo que son los valores en el tercer punto nos habla frondizi, sobre la polaridad y jerarquía de los mismos, concretamente nos dice que los valores tienen como característica principal el hecho de la polaridad, es decir, que a lado del concepto de belleza esta la fealdad, al lado de lo bueno lo malo, etc…, pero además existe una jerarquización y tal vez aquí sea uno de los puntos problemáticos en términos de establecer una jerarquía global, o universal: “Una característica fundamental de los valores es la polaridad. Mientras que las cosas son lo que son, los valores se presentan desdoblados en un valor positivo y el correspondiente valor negativo. Así, a la belleza se le opone la fealdad; lo malo, a lo bueno; lo injusto, a lo justo, etcétera. No se crea que el desvalor, o valor negativo, implica la mera ausencia del valor positivo: el valor negativo existe por sí mismo v no por consecuencia del valor positivo. La "fealdad" tiene tanta presencia efectiva como la "belleza"; nos encontramos con ella a cada rato. Lo mismo puede decirse de los demás valores […]Se ha dicho muchas veces que la polaridad im­plica la ruptura de la indiferencia. Frente a los objetos del mundo físico podemos ser indiferen­tes. En cambio, tan pronto se incorpora a ellos un valor, la indiferencia no es posible; nuestra reac­ción —y el valor correspondiente— serán positivos o negativos, de aproximación o rechazo. No hay obra de arte que sea neutra, ni persona que se mantenga indiferente al escuchar una sinfonía, leer un poema o ver un cuadro.” (pp. 19 y 20), por último en este punto nos habla Frondizi sobre la existencia de unas tablas jerarquizadas de valores que tienen los pueblos o comunidades e individualmente algunos hombres también que siguen tal cual, pero también se señala el hecho de que estas conceptualizaciones axiológicas son fluctuantes con todo y que Frondizi refiere a ciertos axiológos han intentado establecer unos valores imperecederos e inamovibles en el tiempo: “Los valores están, además, ordenados jerárqui­camente, esto es, hay valores inferiores y superio­res. No debe confundirse la ordenación jerárquica de los valores con su clasificación. Una clasifica­ción no implica, necesariamente, un orden jerár­quico. Se puede clasificar a los hombres en gordos v flacos, altos y bajos, solteros y casados, etcétera, sin que ninguno de los grupos tenga mayor jerar­quía que el otro. Los valores, en cambio, se dan en su orden jerárquico o tabla de valores. La pre­ferencia revela ese orden jerárquico; al enfrentarse a dos valores, el hombre prefiere comúnmente el superior, aunque a veces elija el inferior por razo­nes circunstanciales.[…] No han faltado, por cierto, axiólogos que han pretendido fijarlo de una vez por todas. […] El hombre individualmente, tanto como las co­munidades y grupos culturales concretos, se apoyan en alguna tabla. Es cierto que tales tablas no son fijas sino fluctuantes y no siempre coherentes; pero es indudable que nuestro comportamiento frente al prójimo, sus actos, las creaciones estéticas, etcé­tera, son juzgados y preferidos de acuerdo con una tabla de valores.” (pp. 20 y 21).

En el siguiente apartado II del libro de Frondizi, podemos inferir la contundente afirmación de que la discusión de los valores, la reflexión en torno a lo axiológico que implica la moral y lo ético, no es otra cosas que situaciones que vemos en la vida diaria y en lo cotidiano: “Los problemas fundamentales de la axiología no se plantean únicamente en los libros, revistas y congresos filosóficos, sino que están presentes en las manifestaciones más diversas de la vida diaria. No hay discusión o desacuerdo sobre la conducta de una persona, la elegancia de una mujer, la jus­ticia de una sentencia o el agrado de una comida, que no suponga la reapertura de la problemática sobre los valores. Las más complicadas cuestiones axiológicas se debaten a diario en la calle, en el parlamento, en el café y en las casas más humil­des, si bien con una actitud y en un lenguaje poco filosófico. Por lo general, las discusiones traducen, sin embargo, las posiciones extremas de la axiolo­gía.” (p. 24.), todo este apartado lleva por título: PROBLEMAS DE LA AXIOLOGIA, en el segundo punto de este apartado dos, aborda lo que es probablemente el mayor de los problemas jerárquicamente hablando desde el punto de vista epistemológico en relación a lo axiológico, el titulo simplemente introduce el tema a modo de pregunta: “¿SON LOS VALORES OBJETIVOS Y SUBJETIVOS?” de este tema concretamente nos dice Frondizi: “[…] Este conflicto es uno de los que tienen más agitada a la axiología contemporánea. En verdad, nació con la axiología misma y podría escribirse la historia de la teoría de los valores tomando este problema como eje e hilvanando las diversas soluciones que se han propuesto para resolverlo.[…]”(p. 26) para ello el autor utiliza varios similes para ir sino resolviendo si por lo menos planteando la problemática con mayor amplitud de comprensibilidad a las cuestiones en torno a este debate, por ejemplo plantea el hecho del valor subjetivo en algunas de las cosas que se adquieren sobre todo respecto del arte, y plantea que compramos el arte porque lo valoramos como tal o es que alguna pieza de arte ha adquirido un valor posterior a sus construcción y por lo tanto adquirió valor (cfr. p. 27), estas y otras cuestiones similares van poco a poco llevando a Frondizi a exponernos el hecho de cuan relacionada esta la percepción mediante los sentidos para la valoración de las cosas, así por ejemplo dice que le pongamos una pintura bella a un ciego, o por decir imaginemos que a un sordo le ponemos las más bellas sinfonías, por lo tanto dice Frondizi que no podemos ni todo subjetivizarlo ni tampoco objetivizarlo sino que más bien sería una síntesis entre ambas: “Un punto parece claro: no podemos hablar de valores fuera de una valoración real o posible. En ¡efecto, ¿qué sentido tendría la existencia de valores que escaparan a toda posibilidad de ser apreciados por el hombre? ¿Cómo sabríamos que existen si estuvieran condenados a mantenerse fuera de la esfera de las valoraciones humanas? En este punto el subjetivismo parece pisar tierra firme; el valor no puede ser ajeno a la valoración. El objetivismo, por su parte, hace aquí una distinción fundamental que nos impide proseguir por el camino ya abierto de la subjetividad. Es cierto que la valoración es subjetiva, sostiene el objetivista, pero es indispensable distinguir la valoración del valor. Y el valor es anterior a la valoración. Si no hubiera valores; ¿qué habríamos de valorar? Contundir la valoración con el valor es como confundir la percepción con el objeto percibido. La percepción no crea al objeto, sino que lo capta; lo mismo sucede con la valoración. Lo subjetivo es el proceso de capta­ción del valor.”(p, 28)

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