viernes, 12 de noviembre de 2010

Comentario del libro: Dujovne, Leon, TEORÍAS DE LOS VALORES Y FILOSOFIA DE LA HISTORIA. Ed. Paidos. BUENOS AIRES. 1959. pp. 136 – 175.


Breve comentario a sobre las pp. 136 – 175 del libro TEORÍA DE LOS VALORES Y FILOSOFÍA DE LA HISTORIA, de León Dujovne. Ed. Paidos. Buenos Aires. 1959.  <escrito realizado como reporte de lectura o tarea de la clase de AXIOLOGÍA, 10o SEMESTRE (2009)


El texto Teoría de los valores y Filosofía de la Historia de Leon Dujovne en el capítulo VII se concentra en el tema de la sociedad y los valores, donde se plantea inicialmente un enfoque en torno al papel que juegan de forma interrelacionados y actúan a saber, el de sociedad y valores: “[…]Un estudio completo y metódico, en todos sus posibles aspec­tos, del tema "valor y sociedad" debería investigar el papel de la sociedad: a) en la creación de los valores; b) en el descubri­miento de los valores, c) en los juicios de valor individuales. Por nuestra parte, no haremos aquí semejante investigación exhaustiva. Aunque aludiremos a distintas teorías sociológicas de los valores, nos detendremos particularmente en una de ellas, la de Emilio Durkheim,” (p. 142), por lo que partiendo de estos 3 antecedentes o ejes temáticas Dujovne nos propone seguir el desarrollo emprendido por Durkheim en sus investigaciones sociológicas, al mismo tiempo que pasa revista sobre alguno que otro autor, el caso de Perry, para contrastar el punto de partida sobre la investigación axiológica sobre el concepto de sociedad, nos dice Dujovne a este respecto: “[…] Nos llevaría demasiado lejos el examen de las distintas con­cepciones posibles acerca de la relación entre las interpretaciones psicológicas de los valores y la explicación sociológica de ellos; pero sí queremos hacer notar, aunque ya aludimos a ello, que los autores que, como Perry, por ejemplo, explican los valores, apa­rentemente por lo menos, en función de procesos psíquicos indi­viduales, no pueden dejar de referirse a la sociedad. Su psicologismo inicial concluye desembocando en un bien manifiesto sociologismo. En efecto, Perry, para continuar con nuestro ejemplo, no piensa que la sociedad sea un "sujeto sui generis que tenga intereses y, consiguientemente, valores distintos de los intereses de los hombres-individuos". Aunque la sociedad no sea para él "un agente axiológico",” (p. 143), luego Dujovne revisa sucintamente lo que han dicho sociólogos como Bogardus, Ross, Tónnies, Simmel, Vierkandt y von Wiese, entre otros más sociólogos que cita el autor, en torno a los valores y acota una cita de Ruyer a propósito del psicologismo presente en las teorías de Simmel, nos dice Dujovne: “[…]Sostiene Ruyer que los so­ciólogos "formalistas", a su vez, en sus teorías de los valores se han mantenido muy cerca del psicologismo; así, observa que Simmel, "relativista por la doctrina y por el temperamento", consi­dera que la objetividad de los valores nace de lo "social", enten­dido como "un sistema extremadamente general de relaciones, y no como una realidad sui generis que pesaría macizamente sobre el individuo". Es decir, para Simmel no habría tanto "sociedad" como una "socialización" en permanente actividad, "y de estas so­cializaciones emergen los valores". Ruyer juzga que un punto de vista "bastante análogo al de Simmel se encuentra en otras soció­logos formalistas, tales como Vierkandt, en el sociólogo norteame­ricano Th. Veblen y en teóricos de los valores no especialmente sociológicos, tales como Urban y Tennant". Y Ruyer agrega: "Pero Veblen y Vierkandt insisten más que Simmel sobre el ca­rácter artificial e irracional de los valores determinados por las relaciones sociales; en resumen, ellos desarrollan, sobre todo, la segunda parte de las tesis de Simmel: la substancialización irra­cional de los valores".” (p. 144) en cambio la posición de Durkheim respecto de la axiología es un tanto distinta como apunta Dujovne: “[…] Distinta es la posición de Durkheim frente al problema de los valores. Su axiología sociológica se funda en el supuesto de que para éste, como para otros problemas filosóficos, puede la sociología ofrecer una solución que sin el concurso de ella es inhallable.[…] con respecto a la teoría de Durkheim comenzaremos con el estudio de su concepción sobre los valores éticos. Luego examinaremos la re­lación de ésta con la teoría general de los valores del propio Durk­heim, teoría que a su vez, se halla estrechamente unida a su concepción de la sociedad.[…] Una primera evidencia de la singula­ridad del pensamiento de Durkheim acerca del tema al que nos estamos refiriendo, se encuenlra en el hecho de que presenta unas características que hacen imposible ubicarlo en cualquiera de los grupos en que se suelen clasificar las teorías morales: el de las naturalistas y el de las no naturalistas. Morris Ginsberg, al seña­larlo, hace notar que, si bien Durkheim propone estudiar la mora­lidad siguiendo " el método de las ciencias positivas", no reduce los juicios morales a expresiones de preferencias o deseos subje­tivos del individuo o del grupo. No interpreta Durkheim la socie­dad desde un punto de vista naturalista, y por eso, al afirmar que las reglas morales provienen de la sociedad y la tienen como su objeto, no ofrece una explicación de ellas como si fueran he­chos susceptibles de ser encarados al modo de los fenómenos na­turales […] En virtud de que los hechos morales constituyen fenó­menos como los otros, Durkheim piensa que ha de ser posible des­cribir estos hechos, consistentes en reglas de conducta, y luego ''clasificarlos y buscar las leyes que los explican" . También ha de ser posible verificar cómo se producen los ideales que ellos en­carnan de manera confusa y que guían la conducta futura de los hombres. Es decir, para Durkheim, los ideales no lo son a priori ni se derivan de un principio moral único que pueda ser captado intuitivamente y aplicado a situaciones particulares.”(pp. 144 – 145) Ahora bien, Durkheim nos cuenta Dujovne llega a través de una metodología empirica contrastando algunos elementos subjetivos presentes en los entes sociales: “[…] Por procedimientos empíricos, llega Durkheim a resultados que recuerdan cierto pensamiento de Kant, pero mientras para éste, el deber agota lo moral, no ocurre lo mismo en la teoría de nuestro sociólogo; sostiene él que lo moral, para serlo, debe ser deseable, de una suerte de deseabilidad que precisamente lleva implícito el deber. El bien y la obligación, los dos elementos, en apariencia contradictorios, que integran lo que calificamos de mo­ral, se hacen inteligibles cuando se observa la analogía entre lo moral y lo sagrado, analogía corroborada por el parentesco histó­rico que hay entre ambos. Entonces se comprueba que así como el ente sagrado es querido y temido, lo moral, a su vez, se impone por su autoridad, y suscita simultáneamente el deseo. Ningún acto, aplicado al individuo que lo efectúa nos merece, según Durkheirn, la calificación de moral. Lo propio ha de ocu­rrir con los actos que se refieren a nuestros semejantes. De esto infiere Durkheim que, si hay moral, ella ha de tener por objetivo el grupo formado por una pluralidad de individuos: una sociedad.”(p. 146), en este contexto la autonomía moral en el sentido ético individual es secundaria puesto que la moralidad es establecida a partir de ‘la sociedad’ y de ella emanada a los sujetos, así la propuesta axiológica de Durkheim es explicada por Dujovne a propósito de cotejar lo que dice Spencer: “En la axiología de Durkheim, el juicio moral, como todo jui­cio de valor, es sintético, a diferencia del de realidad, que es ana­lítico. Lo peculiar de este punto de vista se comprueba al cote­jarlo con el de Herbert Spencer. La ética del filósofo inglés, en especial en su aplicación educativa, era analítica y procuraba de­rivar la sanción de los actos mismos. En cambio, la de Durkheim afirma que la sanción moral, aprobatoria o desaprobatoria de los actos, no surge de la propia naturaleza de ellos, sino que se les agrega e incorpora y siempre procede de una fuente única: la sociedad”(pp. 146 – 147), con ello intenta Durkheim establecer un fundamento ontológico que constituya un fundamento sólido a partir del cual de sentido y soporte a todo el sistema axiológico planteado por él: “[…]"Kant postu­la a Dios, dice Durkheim, porque sin esta hipótesis la moral es ininteligible". Y agrega: "nosotros postulamos una sociedad espe­cíficamente distinta de los individuos, porque de otro modo la moral queda sin objeto y el deber sin punto de referencia La sociedad, "fin eminente de toda actividad moral", es inmanente a los individuos y al propio tiempo constituye "para las conciencias individuales un objetivo trascendente". Desborda al individuo y está en todos los individuos integrantes del mismo grupo. Crea­dora de la civilización, su potencia, material y moral, no es de orden físico. […]De todo ello se infiere que la sociedad es un bien y una autoridad moral.[…] A tal punto —insiste Durkheim— es la sociedad quien con­sagra los valores morales, que aun el culto del individuo humano es obra social: el hombre por sí, como persona, sólo tiene valor cuando la sociedad se lo confiere. La moral sociológica puede pa­recer estrecha, si se considera a la sociedad como un mero agre­gado de individuos, mas esta errónea impresión se desvanece cuan­do se presta adecuada atención a la realidad social. Entonces se comprueba que la colectividad es una especie de organismo psi­cológico, entre cuyas "ideas" ocupa el primer puesto, frente a otros ideales, el ideal moral que le es propio.”(pp. 147 – 148). Un poco más adelante avanza Dujovne analizando las características de esta axiología propuesta por Durkheim, y acerca del valor nos dice: “[…] Para Durkheim, toda teoría del valor, además de postular cierto número de ideales, debe precisar de dónde proceden esos ideales, cómo se vinculan a la experiencia, sobrepasándola, y en qué consiste su objetividad. Como la experiencia pone de manifies­to que es estrecho el vínculo de la variación de los ideales con la variación de los grupos humanos, se ha de admitir un origen co­lectivo para aquéllos. La teoría sociológica que mencionamos an­tes, era insuficiente porque desconocía la naturaleza real de la sociedad; en ella, la sociedad aparecía como un organismo que sólo pretende preservarse de las fuerzas destructivas, y no como un foco de vida moral interna, poderosa y original. Para Durk­heim, las conciencias individuales, cuando obran activamente las unas sobre las otras, suscitan una síntesis, que es otra vida psíquica de orden nuevo y de intensidad particular. El hombre se encuentra como dominado por fuerzas que no reconoce como suyas, y hasta le parece que el medio en que se halla sumergido está —todo él— saturado de fuerzas de ese género. El individuo, en presencia de una vida que le resulta más intensa y colectivamente distinta, se despoja de sus intereses propios, y su conducta se orienta hacia fuera de sí mismo.[…] cree Durkheim haber demostrado que el hombre concibe ideales porque es un ser social. Es la sociedad la que lo obliga a elevarse por encima de sí mismo y le suministra los medios necesarios para ello. Más aún, la sociedad no puede constituirse sin crear lo ideal. Diríase que los ideales son los puntos culminantes, cohesivos, del desarro­llo de la vida de la sociedad, que es algo más que un cuerpo or­ganizado. En ese cuerpo hay un alma: el conjunto de los ideales colectivos.”(pp. 154 – 155), el resultado de las fuerzas que interactúan entre los distintos individuos tiene el origen en la Naturaleza, este concepto tiene plena identificación en el modelo Durkheiminiano según nos muestra Dujovne en las siguientes paginas: “[…] Durkheim considera que su teoría permite concluir que el valor de las cosas proviene de su relación con diferentes aspectos de lo ideal. Lo ideal, a su vez, está en la Naturaleza y es de la Na­turaleza; pero, por otra parte, el valor de las cosas puede ser independiente de sus propiedades. Los ideales colectivos —dice Durk­heim— sólo pueden constituirse y tomar conciencia de sí mismos a condición de fijarse en cosas que puedan ser vistas por todos y comprendidas por todos los espíritus: dibujos, figuras, emblemas de toda suerte, fórmulas escritas o habladas, seres animados o ina­nimados […] La sociología ve en la fa­cultad de crear ideales una fuerza, un objeto de investigación, y procura analizarlo y explicarlo. Procura hacer volver lo ideal a la Naturaleza, sin por ello quitarle sus rasgos distintivos, lo que es posible porque la sociedad misma proviene de la Naturaleza y la domina. Las fuerzas naturales desembocan efectivamente en ella para dar nacimiento a un producto que la colma de riquezas, de complejidad y de potencia; ella, la sociedad, es la Naturaleza llevada al más alto punto de su desarrollo en la concentración de sus energías para sobrepasarse en cierto modo a sí misma.”(pp. 156 – 157), respecto del concepto de conciencia tanto individual tanto como colectiva nos dice Dujovne acerca de Durkheim: “Para Durkheim, las almas individuales, al fusionarse, al penetrarse mutuamente, engendran un ser —psíquico, si se quie­re— de un género nuevo. "El grupo piensa, siente y obra en forma distinta de como lo harían sus miembros si se encontraran aisla­dos" 19. La conciencia colectiva es distinta de las conciencias in­dividuales y actúa sobre ellas, pero no se explica en función de ellas. Los individuos constituyen los elementos activos de la so­ciedad, pero sería erróneo pensar que el origen primero de los fenómenos sociales se halla en la psicología individual; tan erróneo como pretender explicar analíticamente los fenómenos biológicos por los inorgánicos.[…] Durkheim se esmera en demostrar lo que el psiquismo social contiene de peculiar y de intraducibie en términos de psicología individual. La conciencia colectiva, integrada primariamente por conciencias particulares, difiere de estas últimas en la misma medi­da en que, a través de todo lo existente, difiere lo complejo de lo simple. El primer momento, por así decirlo, de la conciencia social, está constituido por las representaciones colectivas.[…] Durkheim acepta que el estado del cerebro "afecta todos los fenómenos intelectuales y es factor inmediato de algunos de ellos (sensaciones puras)". Sin embargo, "la vida representativa no es inherente a la naturaleza intrínseca de la materia nerviosa, puesto que ella subsiste en parte por sus propias fuerzas y tiene maneras de ser que le son especiales"[…] La representación no es un simple reflejo del elemento nervioso que ha intervenido en su producción primitiva. Hay en ella algo novedoso que se comprueba al indagar por qué sobrevino y al verificar sus propiedades diferenciales. Prosigue el sociólogo su argumentación y concluye: "Decir que el estado psíquico no deriva directamente de la célula equivale a decir que no está incluido en ella, que se forma en parte fuera de ella, y que en la misma medida le es exterior. Si existiese por ella sólo estaría en ella, puesto que su realidad no le vendría de otra parte"[…] En estas líneas de Durkheim hallamos el momento deci­sivo de su razonamiento por analogía, pues sostendrá a continua­ción que las representaciones colectivas se encuentran respecto de las individuales en la misma situación que éstas respecto de los elementos nerviosos. Las representaciones colectivas se despren­den de las relaciones que median entre los individuos y sus peque­ños grupos, y no proceden por entero de las conciencias elementales de los individuos, ni se reducen a ellas, sino que las sobrepasan. Por eso, concluye Durkheim afirmando la existencia de un espíritu colectivo, que "desborda a cada espíritu individual como el todo desborda a la parte y que está en el conjunto del mismo modo que por el conjunto"” (pp. 158 – 161)

Por último para concluir esta breve reseña sobre el texto de Dujovne respecto de Durkheim, se señalan algunos puntos referente a la teoría axiológica de Durkhiem, criticas que Dujovne observa en dicha prouesta: “La expresión de Durkheim a este propósito es, por cierto, reticente, pues los hechos económicos son, en una medida que no trata de determinar, asunto de opinión. Durkheim concluye reconociendo la primacía de la economía polí­tica sobre las otras ciencias sociales, primacía que comenzó por negar. Señala cuál es la "manera indirecta en que los hechos eco­nómicos actúan sobre las ideas morales" con lo que incurre en nuevas incongruencias. Cuando procuraba explicar la índole de la moral, señaló que había conexión entre lo ético y lo sagrado. Al determinar la naturaleza social de la religión, repudia la tesis que afirma el origen económico de las concepciones religiosas de los primitivos australianos. Así, por un lado, niega influjo de lo eco­nómico sobre lo religioso, y por otro reconoce tal influjo sobre las ideas morales que fundan su vigencia en lo que en ellas hay de análogo con lo sagrado. Señalemos una inconsecuencia más de Durkheim. Al afirmar que lo económico es asunto de opinión, pretendía incluir los valores económicos en su axiología socioló­gica, conforme lo vimos hace un momento; en cambio, al ocuparse de ética, sostiene que la opinión puede no reflejar la moral que conviene a la sociedad en un momento dado. Si el propio Durkheim reprueba a quienes colocan las nociones esen­ciales de la moral en el mismo rango que "las nociones funda­mentales de las técnicas económicas" y, por su parte, no determina la modalidad de las relaciones entre ellas, ciertamente no logra su propósito de formular una teoría unitaria del valor. Su intento esforzado ofrece las deficiencias que acabamos de indicar y que pueden ser consideradas de importancia secundaria frente a dos, que son fundamentales. […]Otra contradicción hemos de apuntar. Aunque se vincula con la que acabamos de exponer, no se confunde con ella. Su impor­tancia reside en la comprobación de que en la obra de Durkheim, encarada en su conjunto y no aisladamente en cada uno de sus libros, una tesis que puede parecer válida con relación a un hecho o un problema, deja de serlo respecto de otros casos o problemas. Ese pasar de un asunto a otro, aun dentro del ámbito de una misma disciplina, pone de manifiesto hechos e ideas o suscita ne­cesariamente reflexiones que obligan a rectificar una afirmación antes asentada con rotundez. Es lo que se pone en evidencia, jus­tamente, en los cambios ocurridos en el pensamiento de Durkheim respecto de la noción de progreso. En Las reglas del método socio­lógico, sostiene Durkheim que la sociología, estudio de la socie­dad, debe "tratar los hechos sociales como cosas". Sólo respetando esta regla, la sociología será verdadera ciencia. Así lo sostenía Durkheim en el libro consagrado a determinar lo peculiar de los "hechos sociales" y a indicar cómo se han de investigar. Se pro­ponía Durkheim evitar que en el futuro aconteciera lo que había ocurrido en el pasado, cuando "la sociología ha tratado de una manera más o menos exclusiva, no de cosas, sino de conceptos".” (pp. 168 – 169)

***

Nuestro comentario final apunta en señalar que toda propuesta axiológica tiene la oportunidad de aportar algo al estudio de la ciencia de los valores (Axiología), con ello queremos decir, que las propuestas sirven de manera que una a otra van presentando los distintos modos de intentar resolver un problema: el problema acerca del valor, y en este sentido Durkheim con su perfil nos presenta su propuesta que debemos revisar sucintamente, lo interesante de la propuesta de Durkheim es que intenta a nuestro modo de ver, resolver el problema ontológico del valor, con el método sociológico, el camino que emprende por tanto no es para nada fácil, ya que intentar elaborar unas nuevas categorías que sustenten el hecho que desde la historia, la economía y la política, se sustraiga el fundamento ético que interrelaciona a los individuos en las sociedades, implica una tarea bastante grande, y no solo por el trabajo intelectual que se puede realizar académicamente hablando, sino porque se tiene que encontrar este fundamento ontológico en esas vertientes para que el sistema axiológico desemboque en algo solido, sustentado, por ello, el sistema axiológico de Durkheim intenta expresar que la conjunción e interacciones de los individuos dan vida a un “ser casi-orgánico” llamado sociedad, y que ese “ser” contiene el súmmum de todos los valores y es quien regula a los sujetos, las críticas que se pueden hacer a este respecto son variadas y matizadas, las que aduce Dujovne son bastante claras

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